Redactado por @loretosocorro
Los pies quedaron mudos por culpa del dolor, que como cristales clavados, le latía dentro y fuera de su pecho.Saltó sobre la manta de trebolinas y, tumbada boca abajo quedó quieta bajo una pita vieja. Las largas hojas y el pitón seco se fortalecieron al respirar su aroma, el de niña con ganas, el olor a la ilusión. Era una mezcla a caramelo de nata con roscas saladas y besos de persona vieja.
Las raíces de la planta quisieron salir y abrazarla.
Durante la tarde la savia de las hojas más carnosas sumaron palabras. La pita sudó al viento alisios esas palabras. Se esforzó mucho. No nacerían más flores de esa pita vieja, pero otras plantas se enteraron de la pena de María y soplaron arrorrós tan dulces como los turrones de gofio con almendras.
La niña despertó a la vez que las estrellas, rodeada de pitas perfumadas. No supo cómo, pero desde entonces escucha tertulias de matos y de árboles, sana troncos y ramas con caricias y calma corazones a punto de estallar con tacitas de agua guisada.