Relato de @loretosocorro
Marta, una gota de agua que quedó colgada en el borde del grifo, vivía aburrida hasta que la vio a ella: Tina, una taza de porcelana.
El grifo se abrió y la gota se dejó arrastrar, dando vueltas en círculo. Sintió miedo en medio del silencio de la tetera.
A la vez, la taza notó como la colocaban sobre un platito. Esperó entonces ese agua caliente con el que infusionar manzanilla.
“¿Qué labios conocería hoy?”
La sombra de una persona tapó sus dibujos de flores y luego el agua entró en ella.
Una de las gotas parecía más alegre que las demás: daba vueltas por todo su borde, regalándole una caricia desconocida.
Tina sintió un burbujeo y su esmalte más brillante, por el coqueteo de Marta. Tembló hasta en el fondo de su caolín, como lo hace la rama de un árbol cuando los pájaros picapinos construyen casas en el bosque.
Dentro de Tina los aromas de la tisana jugaban con los granos de azúcar y una cucharita la saludó divertida. Por fuera un dedo la golpeaba, tanteando su calidad, disfrutando su temperatura.
Todas pendientes de ella, pero Tina solo tenía ojos para Marta.