Iván Arencibia Rivero, Conservador Restaurador. Redactado por @loretosocorro
El paso del tiempo, en manos de Iván Arencibia Rivero, es como recibir con las manos abiertas una corriente de aire fresco, en plena ola de calor. En su voz, en su mirada y sobretodo en su calma hemos podido reconocer a un hombre que grano a grano va reconstruyendo caminos, desde el ayer y para el mañana.
“No hay que incidir en la obra”-nos cuenta Iván, mientras un tictac de pared engaña al silencio del taller- “La obra tiene su autor. Soy meramente su conservador, su restaurador”. Y como añade luego que la mejor restauración es la que no se nota, desde su criterio y gusto, queremos saber más sobre esos casos en los que la intervención de personas no profesionales han dañado algunas obras.
“Para nosotros, los conservadores restauradores, es una burla a la sociedad y la gente se lo toma a broma pero realmente se destroza el patrimonio”
ACRE es la Asociación de Conservadores y Restauradores de España, y sí… ser “restaurador” no tiene que ver con la hostelería, aunque en los últimos años se tiende a usar éste término afrancesado que crea confusión.
Hasta que no se da a conocer el papel de conservador restaurador, el trabajo lo hacen los artistas y era algo muy intrusista.
¿Cómo debe actuar, qué tiene que tener sí o sí alguien que quiere conservar y restaurar el patrimonio?
Hay un criterio de intervención pero sobretodo que seas conservador. En una obra de arte de ciento cincuenta años lo que interesa es que se toque lo menos posible, porque entre más se toca, más sufre la obra. El conservador está años especializándose para evitar cierto tipo de manipulaciones y de intervenciones.
Iván Arencibia estudió Bellas Artes en Tenerife y luego estuvo trabajando en Turín (Italia). “Al volver de Italia pude pasar por la Universidad Politécnica de Valencia donde oficialicé la experiencia adquirida en Italia con un título de Máster en Conservación, que complementa la Licenciatura de Bellas Arte”.
Arencibia Rivero nos regala una historia entrañable de un niño mitad y mitad de Valleseco y Guanarteme, y que pasaba muchas tardes en la fragua de su abuelo “Recuerdo el sonido del gato con el que trabajaba para arreglar los carros de caballos, en el Guanarteme industrial y como me prevenía sobre el gato rojo con el que podía majarme los dedos”; ese niño cambiaba el paisaje cada viernes al salir del cole y se iba al campo, a Valleseco, su otra mitad: “ Allá arriba, no se si el tipo de vida, te enseña un punto de vista diferente sobre el aprovechamiento y el respeto a la antigüedad de las cosas. Si ves un trozo de tea y eres consiente de que para crear esa tea el árbol tarda 150 años, ya le tienes un respeto a esa madera… Quizás me crié con más sensibilidad al entorno y a la materia “
Iván, ¿cuándo empezaste a desear ser conservador restaurador?
Cuando pequeño yo enterraba muñecos y escarbaba, como en un yacimiento. Quería ser arqueólogo. Una vez hubo obras en mi casa y todos los veranos, durante tres años, estaba haciendo circuitos en la arena de la obra, pero… mi madrina me dice que con 10 años cuando yo iba caminando por el barranquillo y veía junto al contenedor una mesilla de noche le decía …”pues si la pintamos la podemos aprovechar para poner la baraja y jugar los domingos”. Ya tenía ese pensamiento de “vamos a ser sostenibles”.
Entonces, no fue una sorpresa para tu familia…
Para mi padre sí porque no era un concepto muy conocido. Estudiar Bellas Artes era sinónimo de ser artista y yo lo que quería era conservar lo que han hecho los artistas y también las producciones históricas que acabaron siendo obras de arte, como la Cueva Pintada o Altamira…
¿Un restaurador no es un artista?
El artista quiere crear. Yo soy un mero observador, lo que me interesa no es si la obra es de Velázquez, de Goya o de Ribera, lo que me interesa es la materia. El problema que yo quiero evitar es que la materia se degrade.
Sigo pensando que tienes alma de artista…
Pero no creo. Yo consigo ese desahogo, sacio esa necesidad, con la conservación y la restauración.
¿Recuerdas tus primeras obras restauradas?
Cuando estudiaba, tras asignaturas que fueron pura teoría de conservación, empezamos a trabajar con prototipos de lienzos que habían sido dañados, para ver como reaccionábamos y tratábamos esos daños. Luego, recuerdo estar ayudando durante dos meses a una compañera con una Virgen, a conservar la policromía y después trabajé solo en un cuadro de un San Antonio, oscuro por un barniz oxidado. Al empezar a limpiarlo iban apareciendo los colores originales y el niño de blanco con el trajecito, No era una obra espectacular en cuanto a técnica, pero sí súper entrañable, porque fue la primera obra que estaba haciendo yo de principio a fin…
Iván nos pasea por su taller y nos presenta a sus criaturas, nombra a otras como si fueran familiares que han regresado a casa tras unas vacaciones con él…
Justo se me fue una muchacha y un muchacho: un resucitado y una dolorosa.
¿Les llegas a coger cariño?
Hay obras que tienen muchas intervenciones, hasta quince, y tienes que sentarte muchas horas diarias a restaurar.
Pasamos junto a un San Blas que se encuentra tendido en una de las zonas de trabajo de Iván
Esta obra es un despropósito de escultura porque cuando ha ido pasando el tiempo se fue manipulando tanto… El problema de este señor– el San Blas- es que tenía tanto repinte que había que ir quitando capa por capa por capa… y no se puede usar disolvente, es a golpe de bisturí, y eso es un trabajo bastante duro
Ahora sabemos que el San Blas se había caído de cabeza y sufrió daños estructurales y se le salieron los ojos “Este golpe de aquí siempre se lo tapaban con un repinte, pero el daño estaba interiormente, cada vez que la pintura se endurecía justo en las oscilaciones de temperatura y humedad, se volvía a partir y vuelta a pintar. Al final se observaba una deformación de la cara porque se iba poniendo pintura sobre pintura…”
¿Qué intervención estas llevando a cabo con esta obra?
Consiste en retirar todo lo que son los barnices y a tratar el daño que tenía en el ojo. Le inyecto colas y adhesivos para que la policromía se vaya asentando y con intervenciones puntuales de temperatura y peso voy bajando el daño. Subsanar el daño y prolongar la conservación en el tiempo. Quizás no necesite otra intervención hasta dentro de 150 o 200 años.
¿Dónde fabricaste la paciencia?
Yo siempre digo – sonríe – que mi profesión es una carrera específica para cultivar paciencia.
Dejamos la figura del santo atrás y mientras Iván agarra una lupa nos muestra una obra que tiene en cuarentena. Es un cuadro guardado bajo una cortina de plástico “Porque tiene bichitos en la madera que se lo está comiendo”. Ha conseguido sanearlo con inyecciones y una vigilancia tan terapéutica como la de cualquier enfermero de UCI. En otros cuatro días volverá a examinarlo“Por la noche me gusta escucharlo con el fonendoscopio para saber si siguen comiendo o no”.
Nuestra voz suena clara y más alta bajo la tienda-refugio del cuadro. Salimos del espacio embolsado y el reloj de pared vuelve a cantar armónicamente. Iván nos explica más sobre la conservación de la obra.
La cuarentena es ir un paso por delante. Una conservación preventiva es lo mejor y más eficaz para evitar lo que podría pasar. Luego, tras salir la obra del taller, hay inspecciones periódicas y se le dan consejos a los dueños.
Y seguimos entre piezas que hablan del paso del tiempo, de la manipulación y de la evolución..
Esta otra pieza tiene una calidad en oro espectacular -es una columna de alguna capilla veneciana y que ha llegado a manos de un coleccionista canario- esta parte está limpia y con brillo, paso el guante y mira el reflejo que tiene y esta otra parte sigue sucia.
Cuando Iván habla nos transmite imágenes que sólo la pasión sabe deletrear: “Imagina esa capilla iluminada con velas, como se mueve la luz que desprenden y el efecto es que el dorado está constantemente vibrando, es un efecto de reflectancia que lo que hace es llamar tu atención y te sientes como cohibido… Eso era lo que el artista quería al crear pero a lo largo del tiempo eso de desvirtúa”.
Junto a una tabla del siglo XVI descubrimos como en realidad eran dos tablas encoladas y que se partió por el centro:“Cuando la pintura se cae, repintan la tabla, pero no solo fue el puntito que estaba deteriorado sino por toda la pintura.» Ha habido una evolución en los criterios de intervención y/o restauración a lo largo de la historia. Con la luz ultravioleta nos muestra el original y lo que es posterior. Los tonos de las pinturas minerales alteraron la pintura original y salieron tonos muy distintos.
¿Se puede saber cómo está hecha cada obra antes de intervenirla?
Hacemos estratigrafía, que es tomar una muestra mínima con el bisturí y lo mandamos a analizar y así se ven los estratos, como las capas de una tarta. Esto nos da la composición química de los colores, los grosores en micras, la antigüedad…
¿Y luego?
Limpiamos, se sanea y se ve la obra antigua tal cual, se le da una capa de barniz para hidratarla, y para hacer la intervención estética.
Arencibia Rivero ha trabajado en Malta, Italia, Valencia, Lanzarote, Tenerife… con obras de César Manrique, entre otros.
Cada obra que llega al taller de Iván Arencibia es un mundo de información: «Como abrir un archivador con toda la información que la obra ha ido acumulando a lo largo del tiempo».
Tras escucharlo estamos seguras de que cada restauración merece tener un documental explicativo…
“Hay estudios pero quita mucho tiempo, aunque aporta información espectacular del enfermo -las obras- pero en la actualidad está fuera del presupuesto. Se esta potenciando la investigación desde el sector público pero a un coleccionista privado tampoco es que le venga bien porque eso ralentiza mucho la intervención.”
¿Cómo se acomete una restauración desde la Administración?
Siempre se requiere un proyecto y eso evita el intrusismo que acaba destrozando una imagen. El proyecto va a Comisión Mixta donde se reúnen representantes del Gobierno de Canarias, Cabildo Insular (Patrimonio) y Obispado. Se analizan los proyectos, que deben estar firmados por una persona cualificada, los tratamientos propuestos, el presupuesto y una vez que lo ha aprobado la Comisión Mixta se lleva a cabo la restauración.
¿El trabajo que haces con las obras se muestra en algún momento al público en general?
Desde el Cabildo, cuando se restaura una obra se presenta ese trabajo, sí es pura conservación preventiva. Y es un forma súper didáctica de enseñar a la gente el proceso de restauración. Hago un powerpoint y lo explico para que se vea el proceso; por ejemplo: el crucificado que se intervino en Teror. La gente quedó contenta y además sabe por qué una restauración vale lo que vale y por qué son nueve meses de trabajo. Te aseguro que tras los nueve meses ya sabía donde estaban las grietas y donde se iba a mover la madera… hasta con los ojos cerrados.
¿Cómo ayuda lo digital?
No soy muy digital. Prefiero apuntarme cosas pero el apoyo digital es valioso: ayuda ha hacer reconocimientos en tres dimensiones, escaneados, ver cómo estaba la obra hace un mes o tres meses y dejar constancia de la problemática que tenía. Es un apoyo contrastar fotos del antes o después, hacer radiografías o TAC.
¿Cómo sueñas tu futuro en éste mundo de la conservación del patrimonio?
Me encantaría poder concienciar a la gente de lo que somos, que se parase un momento cuando va a un museo o a ver una obra religiosa, creas o no, y que aprecie que es el producto histórico de una época donde todo se hacía a mano.
¿De qué manera se puede hacer?
Empezando en los mismo colegios e institutos, y así nos evitaríamos que cuando fuéramos a ver un monumento nos encontrásemos el típico María quiere a Pepe o Pepe quiere a Juana, escrito en el Barranco de las Vacas, tallado en el Roque Nublo o grafitis en el Bentayga. No hay necesidad de estar dañando un monumento natural que para nuestros ancestros era un santuario. El valor social de los bienes culturales hay que potenciarlo.
Como Iván creemos en Sal del Atlántico que «Hay que romper una lanza al sol y ser optimistas» porque “Los bienes culturales, como sociedad , nos llegan legados de generaciones anteriores y así debemos legarlo a futuras generaciones en la mejor conservación posible”
¿Obras intervenidas que admires?
A nivel insular hay unas obras con una intervención exquisita y son las esculturas de la Era de Mota. Son flamencas y estuvieron en Telde. Luego pasaron a una colección privada. Le faltan trozos a las esculturas, pero gracias a eso puedes ver el tiempo que tienen, el sistema constructivo de las obras, el grosor de los dorados, como se llevó a cabo el ensamblaje de las maderas… El paso del tiempo, si se lleva un golpe, una arruga que le sale a la obra… eso enriquece la pieza porque da idea de la antigüedad de la obra.
La obra que más te ha ilusionado restaurar…
Un San Jerónimo de Giuseppe de Ribera, el Españoleto. Es uno de mis autores favoritos y tuve la oportunidad de restaurar su obra mientras trabajé en Italia. Lo recuerdo con cariño por la experiencia de verlo entrar en el taller y decir “eso es un Ribera”, sin ni siquiera saber la ficha ni demás, sino simplemente por ver la pincelada. Fue un lujo para mi, el poder intervenirlo y conocer de primera mano la pincelada, el tipo de materiales que usaba y demás.
Iván, queremos ver al menos tres obras que hayas restaurado en la isla…
Pues puedes visitar al San Bartolomé de Fontanales, en la Iglesia de Fontanales. Esa fue la primera obra que restauré para el Cabildo. Y está enriquecida por una leyenda donde dicen que se hicieron dos San Bartolomés. Resulta que Luján llevó los dos a Fontanales y una comisión de Tunte fue caminando para elegir uno y se decidieron por el más grande y más vasto, más fortote. Cuando regresaron a Tunte parece que la gente del lugar dijo que querían el otro San Bartolomé, el chiquito, pero a pesar de la discusión y de intentar dar el cambiazo, la decisión ya estaba tomada y el más pequeño se quedó en Fontanales.
¡Qué interesante! Vamos a ir a Fontanales seguro… ¿otras dos obras?
Pues el San Pedro Mártir de Telde, que es espectacular y en Las Palmas de Gran Canaria un mural de César Manrique que está en el Club Náutico, que también es un edificio BIC (Bien de Interés Cultural).
El trabajo de un conservador restaurador es un trabajo duro, solitario y con mucha responsabilidad. “Trabajamos con tiempos súper justos, de domingo a domingo. Como profesional trabajo con un criterio reglado y aunque siempre habrá opiniones, yo lo explico todo con la metodología planteada y llevada a cabo y con lo que haga falta, para concienciar del trabajo arduo de investigación y de restauración de una obra de arte y de que debe hacerse por un conservador restaurador”.
Acabamos con el lema que usa este hombre de sonrisa sempiterna “Un pueblo sin patrimonio es una cultura sin voz” Así resume o inicia todas las ponencias porque es algo que le preocupa “Me interesa y quiero que quien asista a mis ponencias se lo replantee”.