Redactado por @loretosocorro
El Castillo de Mata acogerá, a partir del 09 de junio y al amparo de las celebraciones por las fiestas fundacionales, el último proyecto de Ángel Luis Aldai: “La Ciudad eres tú”, una exposición que retrata a la ciudad a través de sus mujeres.
¿Cómo surgió esta muestra Ángel Luis?
Yo había hecho en 2010 unas fotografías de mujeres en África y eso gustó mucho. Desde el área de Cultura del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria se lanzó la propuesta para hacer un trabajo como ese, de esta ciudad.
Aldai nos explica que aunque en este proyecto salen también mujeres como Mary Sánchez, nacida en La Isleta y que es “la voz” canaria, Nardy Barrios -primera mujer que ascendió al parlamento nacional-, o Dolores Millares Sal, por su trabajo en la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, lo que interesaba es que fuera lo más anónimo posible.
¿Cómo se consigue ese anonimato, qué criterio ha seguido para elegir y mostrar a esa mujer desconocida?
En algunos casos quise mostrar a la mujer en trabajos poco habituales y que desarrollan tareas en un mundo de hombres, como a una patrona de remolcadores. La búsqueda, en este caso, la hice llamando a conocidos al muelle, interesándome por las mujeres que había en esas empresas.
En otras ocasiones busqué y retraté a un ama de casa que es madre de nueve hijos del barrio de Jinámar, a la presidenta de una asociación vecinos de Escaleritas o a señoras de Tamaraceite…
¿Cómo fue esa búsqueda y los encuentros Aldai?
Han sido como citas a ciegas. Lo bonito y lo entrañable es que nunca nos habíamos visto: ni yo a ellas, ni ellas a mi. No sabía el físico, la edad… Los encuentros eran en el entorno de las mujeres: su trabajo, su barrio, su casa.
¿Por qué en el entorno de las mujeres fotografiadas?
Ir yo al terreno de ellas era importante para empezar una conversación, encontrarnos, mirarnos, buscar el sitio y ya luego empezar a hacer las fotos, hasta que salía la magia de ese momento único.
¿Cuántas fotos de media dispara hasta tener ese momento?
Más que media -puedo hacer de treinta a cincuenta fotos perfectamente- lo que sí valoro y suelo calcular es que si a los quince minutos no tengo una foto buena… ya lo que esta hecho, ¡hecho está!
¿Puede describirnos una de esas sesiones de fotos?
Cuando empiezo hay un cierto nerviosismo en la persona a la que voy a retratar; a veces tienen dudas sobre si van a quedar bien… Yo les digo “déjalo en mis manos, esa es mi parte…”, y el nerviosismo va desapareciendo en ellas mientras saco fotos. Empiezo a verlas, las miradas, como miran ellas, como se les va poniendo el gesto… es cuestión de sacarles algo a cada una, hasta que tengo un momento en el que creo ya he hecho esa foto buena.
¿Cómo lo vive?
Es un instante irrepetible, es un placer. Disfruto mucho porque me doy cuenta de que tengo la imagen… ¡ya la tengo!
Cuando las cámaras no eran digitales, ¿también lo notaba o esperaba al revelado?
Yo vengo de una cultura totalmente analógica y trabajaba igual. No miro mucho las fotos que hago, tan solo un momento para el control de luces y luego ya en la producción, entonces sí. Igualmente me sorprendo porque yo pensaba que tenía la buena por aquí, pero lo mismo esta un poquito antes o un poquito después.
¿Hace retoques?
No, no… como mucho quitar alguna mancha en señoras mayores. Lo que hago es usar unos parámetros de luz y de contraste, para que todas salgan lo más natural posible. Paliar todo con luz, con el diafragma súper abierto y un foco mínimo, mirando donde enfocar y desenfocar para tener un efecto interesante. La idea es centrarme en la persona y su mirada.
¿Se van a sorprender las mujeres que ha fotografiado?
Creo que se van a llevar una sorpresa muy agradable. Y con la importancia que yo les he dado: con las fotos bien positivadas y muy bien enmarcadas, en un espacio muy bonito como es este museo. En su mayoría no se han visto retratadas, va a ser la primera vez en su vida.
Quienes ya conocen a esas mujeres, ¿qué verán en sus retratos?
Van a descubrir otra parte de ellas, que es lo que he tratado de conseguir.
La exposición “La Ciudad eres tú”, con miradas de mujeres anónimas, ¿ qué ciudad muestra?
He hecho la foto en su entorno: visité La Paterna, Schamann, Playa de Las Canteras, Vegueta – precisamente allí nos encontramos en medio de un reportaje y nos fotografió a: la cantante Nereida Peña, a la fotógrafa Yaiza Socorro y a mi misma, otra «cita a ciegas» de nosotras tres con él- visité a la mujer en su ambiente. Lo importante es el retrato, pero algo de la ciudad siempre está: una taxista en Schamann, una mujer con la ropa colgada. La persona y la ciudad unidas.
¿De ahí el pedir algunas reflexiones a las participantes?
Sí. Vamos a incluir en la exposición una veintena de reflexiones sobre la ciudad. Estarán rotuladas en la pared. Aparte de ver fotos, quiero que la gente también lea.
¿Han sido pensamientos de mujeres que aman la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria?
Sí y todas tienen una visión personal de la ciudad, todas distintas. Esto es curioso y bonito. Conté con la ayuda Alicia Llarena, que vio todos los textos.
Manos -las de Aldai- que no dejan de albergar una cámara imaginaria durante toda la entrevista. Luz y sombra. Quietud y movimiento. Retratos, reflexiones y algo más de este proyecto que nos revela Aldai.
Estoy haciendo un libro, con tres textos magníficos de Alicia Llarena, Melania Domínguez e Inés Herrero, que son tres mujeres totalmente distintas. El libro será las ciento veinticinco fotos de la exposición y es el proyecto reflejado en papel. Se presentará a final de año y va a incluir más que la muestra y los textos.
¿Qué más incluirá?
A finales de junio, cuando acabe la exposición, voy a convocar a las mujeres y a regalar a cada una su foto y que disfruten ese momento: que se hagan un selfie y me lo manden…. esa documentación irá con el montaje, las visitas guiadas que se hagan, toda la exposición con la inauguración, el descuelgue… Todo ese mundo será en un libro importante, bien acabado.
Parece un trabajo realizado con cariño…
Es un mimo a la ciudad y a las personas, porque me he sentido sorprendido con la amabilidad y el empoderamiento de las mujeres que han querido participar en este proyecto. He tenido una maravilla de relación con todas ellas, por la complicidad… He conocido a ciento veinticinco mujeres, creo que solo cinco eran conocidas mías, de resto todo eran encuentros a ciegas. Son magníficas.
¿Nadie se ha negado a salir retratada?
No, nadie. Alguna me ha dicho que le daba mucha vergüenza…»Yo salgo mal en las fotos»; pero yo las tranquilizaba. El noventa y ocho por ciento me ha dicho que sí a la primera. “Sí, cuando quieras, ya mismo, yo me pongo nerviosa pero quedamos…”
¿Todas las mujeres de la muestra son adultas?
El rango de edad va de los 16 a los 88. Hay desde chicas que están estudiando la ESO, una que sacó el numero 10 en la EBAU y que ahora estudia en Holanda, hasta mujeres de más edad como Mary Sánchez, una panadera alemana que lleva 30 años haciendo pan en La Isleta, una mujer muy simpática que lleva la cofradía de pescadores de San Cristóbal, la señora de Jinámar… Todas las edades y todos los estratos sociales de la ciudad.
Ángel Luis, ¿mira usted atrás y ve sus primeras fotos?
Yo tengo muchas fotos que no ha visto nadie. Las veo yo solo.
Eso debería estar prohibido…
No, no… eso es de uso y costumbre, porque yo hago muchos trabajos y siempre guardo algo solo para mi. Si hay oportunidad los saco pero si no los voy mirando yo.
¿Por ejemplo?
Del año que estuve viajando por África y visite nueve países, solo, con un chófer y que fue una aventura tremenda, hice dos exposiciones. Pues de ese viaje tengo un apartado de fotografías que no ha visto nadie y que para mi son las mejores: mujeres desde trece o catorce años que trabajan como porteadoras con palanganas de zinc. Las ves sentadas con las palanganitas y… las mafias las maltratan. Fue la embajadora quien me presentó a algunas, en un colegio, y empecé a hacerles fotos con las palanganas, cada una con la suya. Es un trabajo maravilloso.
Cuéntenos más…
También tengo un trabajo sobre las apañadas, en blanco y negro, que tampoco he enseñado. Son fotos de cuando hacia trabajos para Turismo en Fuerteventura, con los pastores. Me iba corriendo con ellos. Yo era un pastor más. De ahí guardé fotos para mi. La mejor foto me cuesta darla, tengo esa costumbre, me guardo algo para mi y de mi primera época también.
¿Cuándo empezó a hacer fotos?
En el año 72. Nunca había cogido una cámara aunque tenía inquietudes culturales: me gustaba el arte, pintaba; pero un día una buena amiga me pidió que le hiciera una foto y yo no tenía ni idea, ni sabía como cargar un carrete y había que tener unos parámetros manuales.
¿Cómo aprendió?
Me fui a la casa de un amigo fotógrafo y le dije que me enseñara, con una Rolleiflex que disparaba ocho fotos.
¿Rolleiflex?
Es una cámara preciosa que había que mirar por arriba. Mi amigo me colocó el carrete y me dijo que lo pusiera en 11 diafragma y 250 velocidad. “No lo muevas, tu enfoca y ya”. Hice las fotos en las Alcaravaneras y me volví a casa de mi amigo.
“Vamos a revelarla…”, le dije que sí y me puse a observarlo: como quitaba el rollo, como lo metía en el cilindro en el cuarto oscuro y cuando vi la luz roja ya empezó a fascinarme.
¿Se le abrió un mundo nuevo?
Cuando lo pusimos en la ampliadora y vi la luz con el negativo, me dije «que interesante es todo esto», pero al ponerla en la cubeta y empecé a ver las fotos como se iban mostrando: esa imagen naciendo… era como magia. Y luego, poder elegir si cortarla o dejarla un poco más… desde ese momento quise ser fotógrafo. Convencí a mi madre para que me prestara dinero para comprarme una cámara de Nikkormat, de las baratitas y hasta ahora.
¿Qué tipo de fotografía hacía en sus inicios?
Empecé haciendo mucho retrato de niño, de primeras comuniones , de bodas. Luego, cuando los Patronatos se crearon -en el 78- y empezó el boom del turismo y el de la construcción, había hoteles que querían fotos para los catálogos. Estuve de asistente de dos grandes fotógrafos: Tulio Gatti y Alberto Farah, italianos que estaban aquí trabajando. Con ellos aprendí lo que es el trabajo de producción. Íbamos a los hoteles cargados con unos flash enormes y había que revelar diapositivas.
¿Cuándo se inició en la foto de paisaje?
Empecé a hacer la foto de paisaje en el 76 ó 77. Me interesó mucho la fotografía y tuve la suerte de que coincidió con la creación de los Patronatos de Turismo y esa fotografía empezó a ser muy demandada; lo cual me llevo a empezar a viajar por todas las islas, que es algo que me gustaba y me gusta. Estuve combinando foto de paisaje con retrato, hice catálogos de moda. También hice fotografía periodística, durante muchos años, cuando estuve a cargo del festival de música y desde el 89 hasta el 2006.
¿Qué fotografía le falta por hacer?
El documento social. Por eso esta exposición. Quería hacerla documental, como el paso que me faltaba y que siempre quise hacer.
El talento de Aldai está en que es capaz de regalarnos la luz que ve en las personas que retrata y, además, la luz que emana del lugar. ¿Qué luz tienen las fotos de las islas?
Es una luz especial: limpia, brillante y tan distinta en cada estación. La de otoño es diferente a la del verano, por la altura del sol y como incide. Para hacer una en la playa hay que aprovechar cuando la luz esta cenital, para que el agua se ponga turquesa porque saca el fondo. Fuerteventura es una isla para hacer fotos de tarde, a partir de las cinco en primavera.
¿ Cuál es la luz de Las Palmas de Gran Canaria?
Yo siempre trabajo o muy temprano o después de las tres o cuatro de la tarde. En la Playa de las Canteras es donde único se puede fotografiar a las doce de la mañana. Si fotografías en alto, porque la luz incide y vuelve al mar, y queda más estupendo y la arena más blanca.
Volviendo a la exposición del Castillo de Mata, nos dice Aldai que en los retratos lo que ha procurado es que todas tengan una luz muy especial. Le preguntamos el por qué de las fotos en blanco y negro.
Es mi primera exposición en blanco y negro. Quise hacer algo distinto, algo que me faltaba: fotografía que es un poco documento social y usando lente de 50 mm.
¿Qué implica usar la 50 milímetros?
Es lo que ve el ojo. Así que tengo que estar muy cerca de las personas. No he querido usar lente, ni teleobjetivo para ponerme a metro o metro y medio. Hablando y logrando la conexión con la persona. Esto facilita mucho el acercamiento y también el tipo de cámara que tengo porque estoy enfocando por aquí -Aldai vuelve a mostrarnos sus manos llenas de una nada que es la cámara amiga y tan bien la muestra y la señala, que la vemos sin nada más que sus gestos y sus palabras- pero la óptica, está un poco desplazada hacia la derecha, con lo cual tu me miras pero te estoy fotografiando con cierto desplazamiento. Esto da algo a la mirada, distinto, cercano.
Y consigue que la gente se olvide de la cámara…
Exactamente. También porque uso una cámara que es poco voluminosa que me permite hablar mientras hago la foto, reírme con la persona…
¿“La ciudad eres tú” tendrá segunda parte?
Ya esta bien así. Eran ochenta fotos al inicio y acabé con ciento veinticinco. Llegó un momento en el que me dije “Tengo que parar”, porque se acercaban las fechas, pero me llegaban cosas interesantes.
¿Cómo desconecta de un trabajo tan intenso?
No solo son las fotos sino también la producción que me ha tenido liado un año, así que cuando termine con el libro ya paro. Pero paro haciendo fotos. Tengo la necesidad física de hacer fotos.
¿Descansa haciendo fotografía?
Sí, cojo el coche y me voy. Hago fotos en los extralimites de la ciudad, hago paisaje, depende…
¿Para cuándo nos va a enseñar lo que tiene guardado?
Cada año, año y medio, procuraré hacer algo para que me mantenga activo. No solo fotos, no todo se basa en hacer fotografías buenas. Hay que buscar el momento ideal porque lo importante es articularlo en un proyecto y darle forma. Ya verán, los que visiten la exposición que, aunque todas las fotos son distintas, en sitios diferentes… tienen un nexo. El proyecto es bonito y para mi fue muy gratificante.
La sombra con la que juega Aldai se presenta también a la entrevista y forma parte de este viaje que nos ha ofrecido. El tesoro oculto de éste fotógrafo cuenta historias que, de momento, solo son para él. Mientras tanto, en el Castillo de Mata de Las Palmas de Gran Canaria, las mujeres que posamos para su mirada desvelaremos otras formas de ser ciudad.
