IV Bienal de Fotografía de Santa Lucía de Tirajana «Fotografía deportiva, disciplina y creatividad», redactado por @loretosocorro
Cuentan que tuvo suerte cuando disparó la foto más admirada en décadas, pero lo que nadie dice es que a diario oteaba como cazadora, calculando el ritmo del viento, el baile del sol, el brillo de las nubes y la temperatura de Madre Tierra. Tras meses de coqueteo con el obturador y gracias a un pulso firme el clic de su cámara le susurró que ya estaba repleto de belleza.
Otro año más y ya son cuatro, desde el 18 al 25 de noviembre, se celebra la Bienal de Fotografía en Santa Lucía de Tirajana, terruño de nuestra isla que pare propuestas intergeneracionales e interculturales donde implicar a los distintos colectivos de la zona. Este otoño llega como el fresco que mece nuestras ganas de abrigo y Megui Hernández, comisaria de la Bienal de Fotografía, vuelve a sorprendernos con una propuesta que nos hace personas más deportivas, aunque no sea sudando la camiseta sino mediante exposiciones en recintos y en la calle, entre ellas destaca la de los ex-alumnos del taller de fotografía de Nono Castro. Encontraremos talleres para gente adulta -por ejemplo: como el de Natalia Izarra, a la que hemos dedicado un reportaje en Sal del Atlántico- y también con talleres para menores, sin olvidarnos del XXX Certamen de Fotografía, incluido en la Bienal.
Entre objetivos, lentes y diafragmas encontramos dos “personas-tesoro” que van a ser reconocidas por su labor durante esta IV Bienal “Fotografía Deportiva. Disciplina y creatividad” : Arcadio Suárez Ramírez y Laura Ortíz de Zárate Caballero.
Arcadio Suárez ha sido premiado varias veces, entre los galardones tiene dos Premios Canarias y es que es un hombre capaz de fotografiar algo tan invisible como el viento; luego, con esa energía poderosa, se dedica a sembrar hermosura en papel o en digital y así lleva más de cuarenta años.
“Me encanta el viento, si no fuera por eso no habría Campeonato del Mundo de Windsurfing. Yo fui uno de los artífices del campeonato anual”.
Éste deporte fue el protagonista de su primer reportaje para el periódico Canarias 7, que lo contrató para la publicación “A Pleno Sol” . Arcadio se llevó al reportero a Pozo Izquierdo, donde había una regata de Windsurfing y divulgó.
“Cuando las primeras fotos se publicaron la gente alucinó, porque era algo desconocido”
De su hombro derecho cuelga una cámara imponente. Le preguntamos por sus inicios en la fotografía y descubrimos historias interesantes como que fue campeón de salto de pértiga de Canarias, durante dos años consecutivos. “Fui deportista. Hacía salto de pastor y un día en el colegio -con 14 años- cogí la pértiga y me ficharon. Empecé a entrenar y tengo dos medallas de oro, salí publicado en La Provincia, que Canarias 7 aún no existía”.
El niño Arcadio tenía un amigo llamado Ramón, en su Agüimes natal. Un día, mientras jugaban al fútbol, Ramón lo invitó a ir a su casa, para que viera revelar una fotografía. “No sabía que era eso, pero como soy curioso fui y cuando vi salir la foto… eso fue una maravilla; me dije ¡Bah, esto es lo mío!“.
Después de ese día Arcadio empezó a buscar libros de imágenes con los que aprender y a estudiar por Radio Ecca, porque trabajaba en el sur en hostelería.
“ Cuando iba a trabajar y me bajaba en Vecindario, cada día, me quedaba mirando una cámara en el escaparate de “Estudio Viera Déniz” que costaba la mitad de mi sueldo del año 82. A mi madre le parecía una locura, pero yo sabía que eso era para mí, así que me la compré y allí empezó toda mi historia”.
Suárez aún tiene la cámara. Recuerda que cuando empezó en el periódico todos usaban Canon, Nikon y él, con una Minolta, hacía buenas fotos. Gracias a esa Minolta y a tener un laboratorio se inició como colaborador de la zona sur para el periódico Canarias 7.
“Soy autodidacta y me ayudó en mi formación el trabajar y compartir con amigos como como Pepe Guerra, Leo Marrero, Antonio Caballero (Chicho), Quesada.”
Pasan los años, pero no por Arcadio, que se renueva y se adapta a los nuevos tiempos.
“Si tengo que elegir me quedo con la cámara réflex pero el móvil, hoy en día, es una herramienta que permite pasar las fotos de un reportaje a través de la wifi al periódico, que puede perder un poco de calidad, sí, pero sigue teniendo nivel para publicar en digital. Lo digital no mata a lo analógico. Cada vez hay más gente que quiere hacer fotos con una cámara de carrete y quiere aprender a revelar en blanco y negro…”
Según este profesional que suena como brisa, tranquilo y sereno “Al final trabajaremos todos, lo importante es trabajar más y mejor… Las cosas buenas se recompensan.”
El secreto de Arcadio para emocionar con sus fotos podría ser que nació y conserva una muy buena vista “Soy muy observador, miro, eligiendo las partes más pequeñas, más sencillas de ver. Me gustan los horizontales y los verticales en las fotos que hago.”
El reconocimiento de esta Bienal le hace sentir agradecido con el Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana y también “ Con mi familia, los compañeros de fotografía y los redactores, que vamos juntos para obtener buenos reportajes.”
Podrán ver una muestra de su trabajo en la exposición que tendrá lugar durante la Bienal. Suárez Ramírez nos revela que está rescatando fotos y que, antes de retirarse, hará algo para presentarnos una muestra de imágenes antiguas y nuevas, analógicas y digitales. Estamos deseando poder disfrutar de ese regalo.
La otra joya que he descubierto gracias a la Bienal se llama Laura Ortiz de Zárate Caballero. Estoy convencida de que muchas cosas que hace hoy, serán en algún momento -no muy lejano- un referente para otras.
“Como mujer fotógrafa tengo ganas de ayudar y motivar a la gente…” El ego y Laura no se llevan bien, por eso siente que su paso por la Bienal servirá para que muchas niñas y mujeres conozcan que es posible el trabajo que ella hace. “De hecho, ahora tengo por primera vez a una chica en el desierto Wadi Rum (Jordania) cubriendo mi puesto. Estamos infra representadas y es importante que seamos visibles.”
Laura es una mujer maravilla, aventurera -como lo fue su padre- y con un carisma y humor que no tienen ni los ángeles más encantadores. Esta es su historia de ida y vuelta con la cámara: Pasó de ser instructora de buceo a estudiar fotografía durante cuatro años en Barcelona, con la idea de integrar este arte con el submarinismo y excursiones, cuando volviera, a la isla “pero cinco días antes de venirme el helicóptero de mi padre cae y fallece y eso supuso años de estar emocionalmente mal, así que dejo la fotografía aparcada, tras varios intentos en distintos medios como moda, prensa, …”
En 2015 la puerta a la fotografía deportiva se le abrió de mano de su pareja, que tenía una empresa de fotografía deportiva. “En menos de una semana y con una cámara en la mano y se vio de carrera en carrera sacando fotos.” Laura encontró el amor junto a Jonay y, a la vez, se volvió a enamorar de la fotografía. “Fue trabajar, a un ritmo loco, y muy intenso. Recuperé en un año el rodaje de todo el tiempo que había estado parada.”
Hace poco se propuso regular esa enorme cantidad de trabajo que era su vida “Me he centrado mucho en la empresa, porque tuve que hacerme cargo de ella.” Otro obstáculo que afrontó con valentía, tras el fallecimiento de Jonay en un accidente. Ahora con aires renovados ha creado Suave Crew. “ Ofrecemos servicio de fotografía al corredor, pero con una mentalidad de trabajo horizontal, con equipos autónomos y reparto equitativo.”
Esta coleccionista de rayos de luz y sombra, es apasionada del reportaje “Porque implica observar, aprender y juzgar, para poder transmitir un mensaje y evaluar cómo lo vas a transmitir y qué quieres que llegue a la otra persona.”
Si hay un secreto para conseguir ese momento ideal… ya no es un misterio porque Laura nos lo rebela: “Es una mezcla de mi instinto en el momento de disparar, que conlleva mucho trabajo de autoconocimiento, auto aceptación y saber por qué algo te esta llamando la atención. Luego hay que llevarlo al tipo de evento y elegir qué tengo que transmitir, por ejemplo: en una maratón de desierto sería la dureza del evento, la superación y la belleza.”
Ahora solo hace falta saber si es necesario ser deportista para aguantar el ritmo “No, pero el trabajo te curte. Sin ser deportista me he visto corriendo detrás de alguien, cuando ya no tenía fuerzas. He subido montañas que en la vida pensé que iba a ser capaz y con veinte kilos de material fotográfico a la espalda, sufriendo calambres, para captar esa belleza que solo hay ahí arriba” Habla divertida y apasionada con su profesión “ Te das cuenta que estas viviendo lo mismo que los deportistas, estas luchando contra tu cabeza por conseguir una meta y superarte a ti misma. Hay que tener afán de superación constante y capacidad para afrontar los inconvenientes y problemas que surjan.”
Ortiz de Zárate nos comenta que su mirada, desde fuera del mundo deportivo, le añade un extra a su trabajo “Y es que te llama muy rápido la atención la esencia, lo que la gente del mundo deportivo tiene normalizado. A mi no me fascina el primero que entra en meta en una carrera de 100 km porque entre en 10 horas, sino el que entra en 34 horas, porque lleva el doble de tiempo o más corriendo y sufriendo. Es una visión más femenina y emocional, menos competitiva: fijarse en ese corredor popular que hace que el evento te ponga los pelos de punta y conseguir sacar emociones como la resiliencia.”
Laura da para muchos días de escucharla contar aventuras “ Las aventuras son grandes trastadas vistas con humor y creatividad.”
Entre sus trabajos tiene un evento inédito, aún sin publicar, y que realizó en la UTM (Ultra Trail de Mont Blanc) “Lo que hice fue un acto de rebeldía y de protesta ante la agonía del público por sacarle una foto a los tres famosos que corrían, como si todos los demás no existieran.” Nos explica que esta carrera tan especial se ha popularizado de forma fanática y “Más bien parece un concierto donde la gente busca su autógrafo, su foto, y le da igual que hayan fotógrafos trabajando delante o que tengan niños detrás. Todas las fotos que saqué eran móviles en frente de mi cámara y los corredores se perdían en ellas, como si fueran una mota de polvo”
El público que Laura observa y también forma parte de los eventos no siempre es así: “La otra cara de la moneda es, por ejemplo, carreras como Zegama. El publico es parte principal y protagonista. Hay una subida que se llama Sancti Spiritu y que es durísima, en esa subida vertical donde casi se decide quien gana, una marea de gente se vuelca gritando, aplaudiendo y animando durante horas – bajo la lluvia, incluso- a todos los corredores. La gente que corre dice que ese apoyo es como si te cogieran en volandas y ni se dan cuentas del esfuerzo que hacen.”
La IV Bienal tendrá público acostumbrado a valorar el arte de la fotografía y como en la carrera vertical, van a apoyar con su presencia, un año más. “La selección de mis imágenes para la muestra viene siendo mucha emoción en eventos deportivos, es una serie de retratos en carrera. Presentan una estética cargada, pero bonita, con fuerza y muy potente.”
Antes de despedirnos le deseamos mucha suerte con ese reto que nos comparte “ El año que viene quiero documentar una carrera desde dentro, correrla y fotografiarla. Puede que sea en el desierto de Capadocia en Turquía y son cuatro días en autosuficiencia. Esta carrera llena de momentos muy fuertes, vivida así y llevaba a nivel artístico, me parece que debe ser brutal”
Para Laura cada evento, como cada viaje, tiene una aventura que ella transforma desde el asombro a la belleza. Nos despedimos de una mujer de acción y que se siente agradecida de poder compartir su visión y sus mensajes gracias a ser una de las premiadas en la IV Bienal de fotografía.