Redactado por @loretosocorro
Cuentan que los antiguos canarios ya tenían un santuario donde apareció la Virgen del Pino.
Mis recuerdos de las fiestas del “Pino” comienzan en los años 70 del siglo pasado: días de preparativos para no faltar a las romerías, donde se juntaba tanta gente que se podría decir que la isla se vaciaba para volver a llenarse en torno a la Basílica de Teror. Programar la visita, era ir a ver la bajada de la virgen, luego la caminata y disfrutar de la romería en vivo o por la tele…
La última semana de agosto, algunas vecinas se reunían en casa, para ver a qué hora cogían la guagua desde Telde hasta Tamaraceite y, a partir de ahí, se iba caminando. La mayoría de las piernas tenían promesas que pagar y otras solo andábamos para explorar paisajes que no se descubrían en coche.
Las carreteras, cortadas para el peregrinaje, las mochilas: con agua y algunas galletas y muchas ganas de llegar nos animaban en el trayecto «Pal Pino».
El cansancio ya era grande cuando, ante nosotras, se erguía una cuesta terca y retadora, pero el ánimo, aún más gigante, volvía a poner los pies en marcha y… “un dos papa y arroz…”; ¡a por el tramo final!
La noche se volvía mágica en Teror, por el cansancio, por la alegría de feriantes en contraste con el silencio de la gente que llegaba hasta los pies de la virgen. Por suerte, algunas costumbres ya han caído en el olvido para bien de las rodillas ensangrentadas, pero aún hay lágrimas hechas con «sal» de fe.
Como las «mareas del Pino», cada año vuelve a esta isla casi redonda un nuevo comienzo en septiembre. Un mes que significa despedidas y abrazos, aunque también es sinónimo de volver a volver: al trabajo, a clases, a horarios regulares…
Tras un verano donde, de nuevo hemos podido ir de fiesta en fiesta, toca que se abran las puertas de la mayor de todas ellas.
Teror es bonito cualquier día del año: apetece visitar sus hermosas zonas verdes y caminarlo por completo y, sobretodo, ese paseo hasta la basílica, con o sin mercadillo.
Las fiestas del siglo XXI tienen más atractivos: la tradición y la devoción se dan la mano con los nuevos medios y redes sociales: ponerse de acuerdo y juntarse gracias a grupos de whatsapp, itinerarios con google maps, transporte concertado y preparado especialmente para las fechas y con amplios horarios, habitaciones para alquilar a un golpe de click, mucho selfie en redes, historias, reels…l o que no cambia es ese sentimiento de compartir en torno a una celebración que mezcla tantas cosas del pasado con el presente.
Allí donde la fiesta es puro tenderete también se encuentran la calma, la paz y el abrigo de una madre.
Las leyendas en torno a la aparición de la Virgen del Pino, sus milagros y la propia imagen ha inspirado a músicos, pintores, verseadores y un vestuario variado. No se si habrán otras imágenes que tenga tantos bellos mantos sobre 104 cm de talla de madera, pero nosotras nos alegramos de disfrutar con la variedad de colores con los que “Pinito” se viste y se mantiene gracias a un grupo de personas que cuidan los detalles que apreciamos, durante todo el año.
Las fiestas de Pino, en los corazones de mucha gente, empiezan antes de que subamos a ver la bajada del camarín y acaban después de las fiestas de las Marías.
Este año, por fin, la ofrenda no va a ser simbólica. El virus nos impidió romerías multitudinarias pero no impidió que la solidaridad que implica las ofrendas se parara. Sin público y con un solo representante de cada municipio se mantuvo un acto para la imagen y, a la vez, toneladas de alimentos que no se llevaban en procesión eran entregados en Cáritas, para repartir con la gente más necesitada.
El año 2022 se ha entrenado con fiestas por toda la isla y ahora, en Teror, ya hay una fiesta como las de antes: actos folclóricos, mucha tradición como las ferias de ganados y también actuaciones más lúdicas, acordes con los años que vivimos y que son una amplia oferta, concentrada en la Villa Mariana.
Néstor Álamo ideó una forma de acercarse a Teror y «al Pino» que ha triunfado y que mantiene ese sentimiento de canariedad. Las carretas esperaron su turno para ir desde El Castañero Gordo hacia la Basílica de Teror y eso ¡me supo!.
¡Me supo el Pino y me supo la caminata!
El camino que recorremos hacia el centro de la isla y hacia nuestro propio centro. Solos o en compañía, en cualquier época del año el camino “Pal Pino” está al alcance de todas y todos, pero si es en septiembre mejor.