Redactado por @loretosocorro
En medio de un vergel recóndito, en los altos de una montaña sureña, es donde Pepe Oil nos recibe. Nos acoge con una brisa que, según nos comenta, acaricia la montaña desde noviembre a agosto, cada año, y también con una sonrisa que abre puertas y corazones.
¿Cómo empezó Pepeoil?
Pepeoil empezó como un hobby, sin querer queriendo. Iba haciendo salsitas con pimiento okra y con habanero hasta que un día vi unas botellas pequeñas y empecé a regalarlas a los amigos, a llevarlas a restaurantes y cuando alguien preguntaba por picante, le daban a probar mi botella.
¿ Y qué pasaba cuando probaban tus salsas picantes?
Que querían más y me localizaban para encargarme una caja de botellas y así fui posicionando mis aceites en los mejores restaurantes del sur de Gran Canaria.
¿Fue ese el inicio del negocio?
No. Pasaron cuatro años hasta que me dediqué en serio. Fueron tiempos llenos de cambios trascendentales para mi y llegó un momento en el que me di cuenta de que quería ser feliz.
¿Con el proyecto Pepeoil lo vas consiguiendo?
Me gusta recibir gente y a la gente también le gusta estar conmigo. Quizás porque he crecido con eso: en mi familia estamos acostumbrados a recibir a la gente, ese es el pan de cada día; así que me dije a mí mismo: «¡Quiero ser feliz y éste es el camino!». Lo que quiero es trabajar, pero disfrutando, tener el privilegio de ser feliz con lo que hago.
¿ Por qué el nombre de Pepeoil?
Como me gustaba la banda de rock Red Hot and Chili Peppers, empecé a llamarlo así, con «Pepe» y «Oil» añadido; y de ahí fue derivando a Pepebasco y a Pepeoil.
Pepe agarra unas herramientas y nos invita a seguirle por la finca, hablando y arreglando manguitos y goteros del sistema de riego.
Tras empezar en serio, ¿el proyecto ha ido siempre como querías?, ¿ qué adaptaciones has tenido que implantar?
Hay quien dice que cambio de idea, pero no es eso. El punto de inicio y el fin siempre se conocen, pero entre medio estamos en el océano. Mi océano puede estar tranquilo en un tramo y, de repente, el barco donde navego se topa con una tormenta o un iceberg…Con los problemas en el camino, lo que hago es un ejercicio de adaptación al medio.
El éxito que has conseguido con las salsas picantes, ¿no te abruma?
El dinero es necesario para llegar a las metas y para construir proyectos, sin depender de nada ni de nadie, pero luego es un medio para mí, no un fin. Este proyecto, que es más que las salsas picantes, sale del corazón, sin condicionamientos. Es un espejo de lo que yo quiero.
¿Cuál es tu sueño, tu reto, entonces?
Me encanta el rollo sostenible, desde hace más de quince años –Pepe se agacha y con unas tijeras de podar corta algunas raíces, por aquí y por allá – Mira como la raíz sobresale. Yo quiero que la gente coma y beba lo que se produce en la huerta. Con el tiempo vender mi marca, con mis principios, a alguna multinacional y seguir con esto, retornar a la naturaleza…hacer un hotel ecológico.
Seguimos paseando y hablando con Pepe que nos muestra su día a día, entre olivos, árboles repletos de mangos, plantas donde nacerán mariposas monarca y un macho cabrío que se llama Carmelo y que le ofrece abono para la tierra. Pepe, ¿paseas y cuidas la finca diariamente?
Los sábados y domingos me pongo un audio libro y a trabajar. Los audiolibros me ayudan porque mi mente es inquieta y así voy haciendo una tarea física y mi mente, también, está ocupada y desarrollando un pensamiento, a la vez que saco esto adelante. Esta plantación es ecológica. Aquí planto mis propios chiles, éste es el pimiento más picante del mundo -señala mientras vuelve a supervisar como fontanero experimentado-, es el pimiento carolina reaper…
Pepe abriga con su charla de tal manera que no puedes dejar de escucharlo, con un enseñar sosegado se mueve entre las palabras, como la seda sobre la piel
Esta planta te tiene que sonar si eres de aquí: la ficoide glacial, la barrilla. Es una planta muy bonita que saca una flor blanca: se abre a las doce de la mañana y se cierra a las seis de la tarde. Pues, aparte de lo bonita que es, salvó a mucha gente del hambre porque crea una semilla que encierra y atrapa en su rama antes de morir. Al año siguiente, con las primeras lluvias se abre y regala su semilla. Cuando la gente pasaba hambre, mojaba estas plantas ya sin vida en los charcos y con las semillas que quedaban flotando hacían gofio.
¿Cómo sabes tanto de plantas?
Porque me gusta. Desde pequeño me sentí diferente y fui muy maduro siempre…fui diferente y he tenido que luchar contra viento y marea y contra prejuicios. Mi formación es ADE, dirigida a dirección de hoteles, pero en las carreras universitarias no se aprende el día a día. Actualmente dedico tiempo a leer, meditar y hacer un poco de deporte. Eso me ayuda a seguir adelante y a trabajar mi creatividad.
Esa capacidad de resiliencia, ¿de dónde la sacas Pepe?
De mi soledad. Una vez me dijeron que yo era un espíritu libre y que había que dejarme volar, como un globo de helio. Tengo muchas inquietudes.
¿ Cuándo decidiste dar el cambio y venir a trabajar la tierra?
No lo decidí, el cuerpo me lo pidió. Mi abuelo era exportador de fruta y yo me escapaba con su encargado a coger pimientos, tomates, alfalfa…me destrozaba las manos…Mi madre y mi padre no paraban en la tierra, pero quieras o no a mi me llamaba.
¿Has ido aprendiendo con el trabajo diario?
La plantación funciona desde el año 2015 y lo que he aprendido ha sido a base de equivocarme...-Pepe vuelve a parar, para mostrarnos una planta de pimiento, ya dentro de su vivero- mira la forma de la planta: es una pirámide inversa. Plantamos en octubre, para que crezcan rápido hasta diciembre y ahí ya se para, se queda con un crecimiento regular…
¿Cuánto dura una de estas plantas de pimiento?
Realmente es como cualquier planta, los olivos pueden ser centenarios. Lo que se valora en realidad es el índice de mayor producción, que son los dos primeros años. A las plantas antiguas las vamos renovando cada poco tiempo. Son plantas sanas y no aportan sino belleza, la producción de pimientos aminora mucho.
Belleza como la de los girasoles enormes que suspiran en el invernadero. Pepe va colocando las hierbas, algunas las quita y otras las reubica.
Ya no plantamos hasta septiembre, ahora solo vamos controlando y preparando la tierra: arar, eliminar los nemátodos, son los gusanitos del suelo que se comen las raíces, con un sistema ecológico y preparar la finca con crucíferas, estiércol…
Entre perros y pájaros exóticos seguimos por la finca hasta la sala de elaboración, donde se hace el trabajo final, antes de la distribución de sus salsas picantes. Pepe, ¿el picante mata el sabor de lo que viene detrás?
Los productos industriales puede, porque ya no son sino vinagres picantes, pero estas salsas y aceites son productos de alta calidad y lo que hace este picante es que, en su justa medida, incrementan el gusto por el plato.
Pepeoil haces visitas con catas en tu finca, ¿ se sorprende la gente con el picante, cuándo aprende a disfrutarlo?
Hacemos catas secuenciales, de diferentes picantes y sin tener miedo porque el picante de Pepeoil es un producto artesanal. El picante americano no tiene nada que ver con esto. Esa percepción de reventarse al día siguiente de usar picante, es algo que en Asia no existe, porque se usa de una manera totalmente diferente. En la India el picante abre el gusto y el paladar. Es como la sal: todo plato necesita un poquito de picante, si le pones mucho te pasas , pero si no lleva no aprovechas todo el sabor.
Son ya más de quince referencias con el sello de Pepeoil: productos que saben a pimiento que crece en Maspalomas. Ahora la gente también quiere disfrutar como invitados a la finca. ¿ Cuál es tu secreto ?
Mi secreto es que me encanta estar solo y eso se nota. No necesito a nadie pero, al mismo tiempo, soy muy social. Lo que intento aunar en la finca es vivir y compartir algo más que un producto, que es de calidad y original, pero que sobre todo me trae nuevas experiencias.
Luna, Lola y Maru son los nombres de las perras que acompañan nuestro paseo y que nos alertan sobre una nueva visita. Se trata de una pareja con sus hijas.
Esta no es una visita concertada, pero como estoy abierto los voy recibiendo -Pepe se acerca y habla en inglés con los recién llegados-, como buen anfitrión los invita a refrescarse con una bebida antes de iniciar el paseo por la finca.
Antes de la despedida preguntamos a Pepe cuál será su próximo paso.
Somos seres en constante evolución. Ahora estoy invirtiendo en mi, en mi paz interior, en buscar un equilibrio. A mi hija le diré que tiene que buscarse, escucharse y aprender. Yo tengo lo más difícil: una base solida a base de equivocarme, pero ahora que ya me escucho, Pepeoil solo es la punta del iceberg.
Quisiéramos ver ese iceberg completo por una rendija. Pepeoil ha estado en portadas de revistas internacionales con sus pimientos picantes pero, como él dice, hay mucho más en la finca y fuera de ella. Pepeoil nos ha mostrado a un hombre detrás de la marca que tiene un espíritu viejo y alas grandes en un lugar privilegiado, con el valle a sus pies.
Despedimos a Pepe con un abrazo de izquierda a izquierda, donde los corazones se unen, deseando volver pronto a degustar el picante en buena compañía.