Laura Cabrera y Rocío Álvarez son tenderas en Aragüeme, Agüimes (Gran Canaria), entrevista realizada por @loretosocorro.
Aragüeme es un sitio que muchos han descubierto por casualidad, mientras paseaban por el casco antiguo de Agüimes. Algunas personas entraron porque les llamó la atención los bonitos objetos que decoran la tienda y, después, se enamoraron de los productos que ofrecen y de la profesionalidad de estas inquietas tenderas.
Laura, ¿en qué se parece Aragüeme a las tradicionales tiendas de aceite y vinagre?
«En el producto, que es local y artesano: antes no había mucho producto industrial. También en la cercanía ya que conocemos a los clientes, fiamos, nos conocen los vecinos y, aunque haya gente de fuera -de otras partes de la isla, turistas…- que repiten, somos una tienda de pueblo.»
¿Con qué productos locales trabajas?
Todo lo que es ecológico y de las islas.
¿Cuál es el más extraño que has vendido?
Vino de plátano. En su momento miramos también la sangre de drago, había una empresa que lo tenía deshidratado.
El respeto con el medio natural, ¿es importante para Aragüeme?
Fue la motivación principal. Quisimos contribuir en el desarrollo de la agricultura y ganadería locales, para que fuera algo sostenible y respetuoso. También nos importa que la gente entienda por qué lo hacemos de esta manera.
¿Qué tienes en cuenta para elegir los productos que ofreces en la tienda?
«Nos movemos con criterios de calidad: probamos todo antes de ofrecerlo y solo vendemos el resultado de la agricultura ecológica, quesos donde el ganado reciba un buen trato; es decir que haga pastoreo o que los animales estén sueltos en sitios amplios.»
¿Cómo se llega a acuerdos para iniciar la comercialización?
«En el tema ecológico es sencillo porque hay cooperativas y está todo estipulado.»
Y , ¿con respecto a los precios?
«Lo hacemos comprando directamente a los productores.»
¿Había una red establecida cuánto se iniciaron en este mundo?
«Empezamos de cero. Primero contactamos con queserías y luego con agricultores y uno te lleva al otro; así fuimos ampliando los contactos y ahora sí existe una red, que es informal, aunque muy importante. Se trata de relaciones personales y de confianza donde no se pretende el enriquecerse, sino que todos podamos vivir.»
¿Se podría decir que con Aragüeme se consigue humanizar el comercio?
«Es muy importante para nosotros ese punto de humanizar, tanto con el productor como también con el cliente final… ¡estamos aquí cuatro días!» -aclara con un gesto lleno de franqueza y sencillez.
Mientras Laura va atendiendo clientes observamos como sobresale del techo un trocito de lo que fue una colmena.
«Cuando compramos la casa ya estaba ahí. Al reformar lo vimos y quisimos dejarlo. Aún recuero cómo chorreaba miel por la pared. Muchas de estas cosas antiguas ya estaban aquí y otras las hemos ido comprando o nos las han regalado.»
Dos visitantes alemanes nos comentan que han llegado para comprar y consumir durante su estancia en la isla pero que ya estuvieron ojeando: «Volveremos a por más -habla Wilko- para seguir disfrutando de vuelta en Alemania y nos llevaremos para regalar. Son artículos de gran calidad. Este sito nos gusta: buenos productos, buen trato, tienda bonita…»
Orlando Rial es otro cliente que se define como «descubridor» de sitios: «me gusta la arqueología»-bromea-, «el domingo paseaba por aquí y, para mi que soy frikki de la comida, cuando vi estos productos que son gourmet, ecológicos y que no se encuentran en un supermercado… sentí como unas cosquillas. Y que sean, de las islas es un aliciente más.»
Le acompañan Aida y Carmen -dos hermanas que observan y preguntan por queso: «Encontrarse una tienda de estas, es tener buena suerte. Yo, del queso de cabra de Agüimes siempre he oído hablar. No se si será por lo que comen los animales o qué, pero está buenísimo»
Le preguntamos a Laura por el queso más popular entre los clientes…
«Depende, el de Luci -Quesería Era del Cardón- se vende mucho, pero hay quien viene en específico a por el de flor o el de media flor. Salen todos buenos, va según el gusto…»
Aparte de la venta en mostrador, ¿también haces otro tipo de distribución?
«Hacemos reparto casa a casa, a particulares, y envíos por toda Gran Canaria. Nos contactan por redes y por teléfono.»
Tienes alguna que otra vitrina que está llena de productos que no son comida…
«En el pueblo hay muchos artesanos y ponemos sus cosas a la venta. A veces hacemos exposiciones individuales y así mostramos sus trabajos.»
Cuéntanos Laura sobre las cestas de género fresco que elaboras.
«Todos los jueves hacemos cestas de artículos frescos. Hay una lista y los clientes nos dicen lo que quieren. Algunos piden cada semana, otros cada quince días. Las cestas llevan producto local de la isla, donde puede ir fruta, verdura, pan, huevos, brotes… Todo es ecológico.»
También haces degustaciones en la misma tienda, ¿qué días?
«Los fines de semana preparamos cositas que tenemos aquí: catas de quesos, peto ahumado de La Gomera. Si viene salmón ahumado de Huga, también… y unos vinitos. Mientras degustan les vamos explicando sobre cada producto.»
Hablando de quesos, veo que te piden tablas…
«Las hacemos en dos tamaños: para cuatro y para ocho personas. Llevan una mezcla de quesos cortados, frutos secos y mermeladas. Las suelen llevar para celebraciones y regalos. Se pueden encargar en cualquier momento, avisando un día antes.»
Las paredes, aparte de recordar el pasado canario, muestran también un toque artístico con las obras que ellas mismas hacen. Tienen mucho ingenio estas tenderas.
«Las pegatinas estas, las diseñamos nosotras mismas, para cambiar un poco. Son unas cabras que tuvieron mucho éxito y, al usarlas, aportan un acabado original, muy aragüeme…»
¿Cómo se organizaron durante el encierro?
«La mayor parte de los productores tenían exceso de queso, como el de queso flor, y nos llamaron para ayudarles a sacarlo a la venta; así que hicimos una campaña en redes. Al principio fue un caos pero aún así lo hicimos y empezamos a llevarlo a domicilio, desde las seis de la mañana, con todo cerrado… un disparate, que al final salió bien.»
¿Tenían ya una base de datos?
«Lo hicimos de la nada. Todo fue ir asimilando y practicar sobre la marcha y resultó tan intenso que aprendimos un montón. Muchas cosas ya se han quedado como metodología de trabajo y se han incorporado a nuestro funcionamiento diario.»
Según nos cuenta Laura, un aragüeme era el sitio donde nuestros antiguos almacenaban los productos.
«Qué mejor nombre que este para una tienda y, además es un término poco conocido que recuerda el nombre del pueblo.»
Desde el aragüeme prehispánico hasta el Aragüeme del siglo XXI, hemos recorrido sabores y sonrisas llenas de esas cosquillas que personas como Laura y Rocío provocan. Ellas llevan cinco años acercando el producto local ecológico de forma creativa y respetuosa con los productores y con la clientela, como forma de vida y que resulta una inversión para toda la sociedad canaria.